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Por fin encuentro un momentito para escribir un poquito de lo que mi corazón ha estado sintiendo todos estos días tan mágicos que me ha tocado vivir en esta experiencia.

Nunca imaginé que el destino, el universo y sus travesuras, la vida, me traerían hasta este lugar. En este viaje quise abrir los ojos y estar muy atenta a cada detalle. De París a México y de México a Los Angeles para comenzar los ensayos y la preparación del performance que haríamos en los premios Oscar. Así me sigo encontrando con puertas que se abren y me reciben nuevos mundos y nuevos contextos. Cuando supe que Miguel, Gael y yo estaríamos parados en ese escenario interpretando la canción de COCO sentí en la boca del estómago, una explosión de energía que invadió todo mi cuerpo en cuestión de segundos. La noticia me robó un suspiro, una sonrisa, un brinco de emoción. Mi corazón aceleró su pulso y sentí mi sangre corriendo dentro de mí tan solo de imaginarlo. La vida y sus sorpresas. Una cosa se va y otra viene, todo son instantes, la vida está hecha de momentos efímeros y nada se queda, todo pasa y debemos poner mucha atención en cada segundo y simplemente vivir. Desde ese día hasta ayer antes de subir al escenario, en la intimidad de mi mente pensé que ese momento se lo dedicaría a todos aquellos seres que amamos y ya no están físicamente con nosotros, pero sí en nuestros corazones. Por supuesto que los nervios invaden cómo un tsunami. Por supuesto que uno se siente vulnerable y vivo en momentos como ese, pero esto es una delicia y no estamos solos.

Se abrió la puerta de Capitol Records, lugar donde tendría el primer ensayo con Gael y Miguel. Recorriendo un pasillo infinito, fue lindo encontrar algunas ventanas en aquellos cuadros donde personajes como Paul McCartney, Frank Sinatra, Nat King Cole entre muchos otros decían: bienvenidos. Así, paso a paso, llegamos hasta el estudio. Mis manos frías, mi pecho abierto, mi voz trémula, así Gael que apenas podía construir una frase y hablar, así Miguel que toma agua, calienta la voz y vuelve a tomar agua porque la garganta se seca cuando uno se siente así de vivo y así de expuesto. Y todavía no llegábamos al escenario y ya estábamos en un estado puro de adrenalina.

Se abrió otra puerta y entramos a un lugar enorme, frío, vacío. Ahí estaba un grupo de bailarines divinos. Mucho gusto y entregar nuestras manos y uno que otro beso. En cada uno de esos jóvenes siento que me reflejo y me identifico. Todos somos parte de lo mismo ahora y en ese momento comenzábamos un viaje juntos. El show comienza y nos muestran la coreografía y nuestros corazones se estremecen de la emoción. Las lágrimas se asoman por los ojos, es inevitable llorar de la emoción. Ya no hay marcha atrás y esto se escribió en el camino de nuestras vidas para suceder y sería muy importante.

Así comenzamos a jugar. Así comenzamos a bailar, a cantar, a jugar. Y seguir viviendo esta maravilla de sueño. Definitivamente puedo decirlo una vez más: amo los procesos, amo cada micro segundo dentro de todo aquello que se hace para llegar al punto final. Ahí vive la magia y ahí estábamos todos buscando esa magia para después regalársela a ustedes a través del número musical: Recuérdame, en los premios Oscar.

Hasta ese lugar llegamos la noche de ayer para cantarle a México, a nuestra gente, a nuestra riqueza y crear un puente de cempasúchil imaginario directo al corazón de aquellos que nos abren sus puertas y nos permiten entrar con esta explosión de tradición y alegría. Cómo hace falta este canto para todos nosotros. Cómo llena de esperanza saber que una película como ésta fue recibida con los brazos abiertos en tantos lugares del mundo y nos permite recordar lo mucho que valemos.

Antes de pisar ese escenario dentro de mi todo se sentía vivo como hace mucho no se sentía. Este lugar sí que era nuevo y especial. No quería pensar en la cantidad de gente que nos estaría viendo. Quise pensar en mi abuelita y regalar este momento como un homenaje a su memoria. Mientras los segundos corren a toda velocidad y nos tomamos las manos para darnos fuerza entre todos nosotros. Nuestras manos heladas. Todos nos sentíamos igual. Esto no es acerca de nosotros aquí, es acerca de nosotros viviendo un momento difícil como humanidad y recordar la importancia de conservar nuestros valores y uno de ellos la familia. Esto sí que calienta nuestros corazones. Otro, el amor, el respeto por la diversidad. Y sí, esta película tiene cientos de mensajes poderosos escondidos y titilantes en tanta belleza.

Me siento infinitamente agradecida por formar parte de esta bellísima película maestra. Me siento infinitamente feliz de que se lleve el reconocimiento de la Academia porque indudablemente ésto viene a comprobar una vez más que tenemos mucho por lo que sentirnos orgullosos, tenemos mucho que soñar y seguir haciendo realidad trabajando juntos y en equipo, porque es así como se llega más lejos. La familia en casa, pero también está esa familia que se elige para el trabajo y compartir esos sueños y momentos imaginados. Esa familia que somos como tejido social. Qué maravilla la vida. Qué maravilla para mi estar en los premios Oscar y tener como compañeros de viaje, en esta experiencia a mis queridos Gael y Miguel. Doy las gracias a toda la gente de Pixar y el equipo y familia de COCO por hacer una película que tanto nos inspira y emociona. Gracias por hacernos parte de su sueño y permitirnos aportar un poco con nuestras voces. Gracias a la Academia por abrir sus puertas. Gracias Guillermo porque tú también pones en alto nuestra bandera, gracias vida. Gracias a nuestros sueños y a ustedes que también hacen todo esto posible.

Ahora miro un atardecer y otro día que muere. Deseo que siempre celebremos un atardecer, así como sabemos hacerlo con la vida y la muerte.

Así, en un abrir y cerrar de ojos todo termina.  Y vamos de vuelta a casa. Amo los contrastes. Después de tanto movimiento, en casa me espera un plato de sopa de zanahoria con jengibre que me prepara mi señora. Después de tanto movimiento me espera la calma de mis gatos y el cariño de mi perra Frida.

Después de abrir tantas puertas y entrar a tantos universos, regreso a mi casa para repasar en la memoria cada microsegundo que logré encapsular en mi mente y alma.

La cara se me sonríe de ver el humor que manejamos nosotros los mexicanos.

Después de 18 años me encuentro con Gael García y ya no me siento tan vacía… Mi vida afortunadamente se ha llenado de momentos maravillosos como este. Sorpresas inesperadas pero abrazadas con todo el amor y gratitud. Y sí. Con elegancia chiflamos hasta vaciar los pulmones porque así somos los mexicanos aquí y en China. Y hay mucho porqué celebrar después de la ceremonia de los Óscares. Qué viva el arte, qué viva el cine, qué viva la música, viva la vida. Viva México y Latinoamérica.

Gracias.

NL.